Mucho se ha avanzado en la atención de las personas con diversidad funcional desde los tiempos en que se usaban palabras como minusválido, deficiente o inválido. Hoy, términos como persona con discapacidad o dependiente, también quedan obsoletos, por llevarnos a pensar en la falta de autonomía y no en las posibilidades de recuperación y las potenciales capacidades.

En la actualidad se comprende que todos los seres humanos tienen capacidades distintas y deben ser protagonistas de su propia vida. La figura del asistente personal ha venido a plasmar ese cambio en los cuidados, trabajando para atender las necesidades de la persona, pero siempre otorgando la máxima libertad a la persona y promoviendo su autonomía.

Todos tenemos derecho a vivir y tener el control de nuestra vida, pero a las personas con diversidad funcional no siempre se les ha respetado relegándoles a ser elementos pasivos en la toma de decisiones de su propia vida.

Para luchar contra esta discriminación nació el Modelo De Vida Independiente. Puesto en marcha a finales de los años 60 por un grupo de personas con discapacidad. Su objetivo es que se les escuche y se les reconozcan sus derechos como personas participantes en la sociedad al igual que el resto de los ciudadanos.

Este modelo tiene como pilares básicos el hecho de que toda vida humana tiene valor y que cualquier persona, independientemente de su diversidad, es capaz de realizar elecciones. Todos tenemos derecho a ejercer el control de nuestra propia vida, derecho a la plena participación en la sociedad.

El Asistente Personal (AP) es la figura que colabora en el Modelo de Vida Independiente, como herramienta humana, para el apoyo de las personas con una limitación funcional en su camino hacia la autonomía y autodeterminación.

Fomentar la autonomía personal

La función del Asistente Personal es ayudar a desarrollar las tareas de la vida diaria a otra persona que, por su situación, bien por ver limitada su movilidad, su capacidad de toma de decisiones para garantizar su integridad, la defensa de sus derechos o su dependencia, no puede llevarlas a cabo o tiene dificultades para ello. Se trata, por tanto, de una figura de apoyo para las personas que requieren de una ayuda sostenida, cuya labor podrá ir cambiando según la capacidad de autonomía que vaya adquiriendo.  

El asistente personal, no es solo una figura de apoyo para realizar las actividades donde el participante presenta limitaciones, sino que busca promover su la autonomía personal. Quiere que la persona tenga el control total sobre su propia vida y sea quién tome las decisiones y sea responsable de ellas.

Por ejemplo, una persona que tenga dificultades de movilidad, en el momento del aseo puede recurrir al asistente personal para que le ayude a realizar la actividad en la parte inferior del cuerpo dadas sus problemas para moverse, pero puede lavarse por sí misma los miembros superiores, el pecho e incluso la cara. Consiste en un trabajo en equipo, donde el protagonista debe aportar todo lo que su autonomía le permita, teniendo siempre al AP como figura de apoyo para llevar a cabo la actividad con la intervención justa y necesaria.

Empoderamiento de las personas

El AP garantiza los apoyos necesarios para tener una vida independiente, ofrece soluciones flexibles, personalizadas y adaptadas a las necesidades y expectativas de las propias personas. El efecto transformador de la asistencia personal radica en el empoderamiento de las personas que reciben los apoyos.

Las personas con problemas de salud mental, no siempre tienen dificultades en la movilidad o los sentidos, sin embargo, en muchas ocasiones sí presentan dificultades para desarrollar su vida en determinados momentos o en contextos específicos. Muchas de estas limitaciones vienen ocasionadas por la dificultad en la toma de decisiones y en la planificación de su vida. Por tanto, a veces el asistente personal puede ser “la capacidad de juicio” del protagonista, formando parte de la esfera más íntima de la persona y tocando una parte delicada donde se presenta la vulnerabilidad del paciente en el derecho de la autodeterminación que siempre debe ser respetado por el Asistente Personal.

Líderes de nuestra propia vida

El nuevo modelo permite una evolución en la forma de intervención con las personas con enfermedad mental. Considera a la persona como eje principal, siendo líderes de nuestra propia vida. A diferencia de otros modelos previos de trabajo, es un cambio de mirada, pasando del modelo asistencial en el que se busca suplir y cumplir las necesidades de la persona, a un modo de intervención más social y comunitario, donde se considera a la persona como un todo, junto con la influencia del entorno social y personal.

Por tanto, con este cambio de influencia se busca que la persona sea quien controle, elija y participe, para evitar la sobreprotección y paternalismo que el asistencialismo produce, ya que lo único que conllevan estas prácticas es la no participación en la sociedad de la persona, dificultando y limitando su promoción en la autonomía y su desarrollo personal.

Asistente personal en tiempo de COVID-19

En el estado de alarma actual provocado por la emergencia sanitaria que sufrimos por la COVID – 19, esta figura profesional no ha dejado de trabajar en ningún momento. No obstante, el asistente personal sí que se ha visto en la necesidad de adaptarse a la nueva situación debido a que las personas necesitaban apoyos en las actividades esenciales de su día a día, como ocurría antes, pero ahora las condiciones son distintas. Ir a comprar, mantener las actividades de la vida diaria o acudir a las consultas médicas son algunos de los servicios que no se podían posponer. Muchos de estos profesionales se han adaptado para evitar el contagio y maximizar las medidas de seguridad, evitando salidas innecesarias, y los mínimos contactos posibles.

En definitiva, la figura del Asistente Personal permite que la persona con diversidad funcional pueda vivir siendo ella protagonista de su propia vida, donde sus elecciones y decisiones tienen el valor que corresponde. Se busca que su desempeño en las actividades de la vida diaria sea el máximo posible, fomentando la autonomía personal, de tal modo que influya positivamente en su calidad de vida.

Isabel Arceiz Larraga, terapeuta ocupacional de ASAPME y responsable de formación en asistencia personal