La segunda tertulia del ciclo «Psiquiatría para todos» se dedicó a esta enfermedad

La tertulia contó con el Dr. Fernando Sopeséns y el testimonio de Antonio, a quien hace 15 años le diagnosticaron esquizofrenia

La esquizofrenia es una enfermedad mental grave que afecta a funciones cerebrales como el pensamiento, la percepción, las emociones y la conducta. Los síntomas ponen de manifiesto que el paciente pierde el contacto con la realidad, la distorsiona o la malinterpreta, provocándole un gran sufrimiento. «Hay un antes y un después, es una ruptura con la trayectoria de la vida», afirma el Dr. Sopeséns, que participó ayer en una nueva sesión del ciclo «Psiquiatría para todos», organizado por ASAPME, con el patrocinio de Janssen y la colaboración de Ibercaja Obra Social.

El Patio de la Infanta de Ibercaja en Zaragoza acogió esta tertulia, presentada por la periodista Maite Puntes, en la que este especialista en Psiquiatría y un paciente charlaron y respondieron a las preguntas del público.

«Estamos hablando de personas normales, con sus vidas, sus preocupaciones y que sufre una enfermedad grave que afecta a sus funciones cognitivas», explicaba el Dr. Sopeséns. La esquizofrenia se presenta en forma de brotes o episodios y evoluciona de forma crónica, afecta a un 1% de la población mundial.

La edad más frecuente de aparición es en el intervalo entre los 15 y los 30 años, en los hombres, y entre los 25 y 35 años, en las mujeres. También se sabe que aparece con más frecuencia en los hombres.

Al principio, se vive en silencio, las personas no se atreven a contar lo que les está pasando. Aquí, el psiquiatra quiso hacer una llamada de atención porque es «perder un tiempo precioso para tratar la enfermedad y restablecer la normalidad, se previene el deterioro».

La esquizofrenia es una enfermedad crónica, va a estar allí toda la vida. El objetivo es dar calidad de vida, que el paciente esté asintomático. Para ello, se necesita la farmacología, pero también es importante el trato que recibe el paciente, tanto por parte de la familia como de la sociedad en general. «Hay que ponerse en el lugar de esa persona que atraviesa un momento crítico, porque sufren muchísimo», subrayó el Dr. Sopeséns.

«Cuando se vive con esquizofrenia el paciente vive otra realidad, su realidad», aclaró Sopeséns. De ahí que sea difícil que tomen conciencia de su enfermedad y «hay que abordar el sufrimiento, hablar de sus síntomas y de cómo ha cambiado su manera de comportarse, sus hábitos de vida,…»

A los familiares, principales cuidadores de estas personas, les pidió «paciencia, cariño y no perder los nervios». La familia y los amigos cumplen un papel fundamental durante toda la recuperación apoyando al paciente, ayudando a identificar cualquier problema que pueda estar provocando la medicación, advirtiendo cualquier síntoma de alarma y acompañándole, incluso, en alguna visita al psiquiatra para poder añadir más información de cosas que quizás a él le pasen inadvertidas.

Recordó que el paciente no está así porque quiere y «no es que no atiende a razones, sino que es la propia enfermedad». También se refirió a la idea extendida de que estos pacientes son agresivos y comentó durante la tertulia que los acontecimientos y sucesos que ocurren diariamente son cometidos por personas que no tienen una enfermedad mental.

Y todo ello se vio reflejado en el testimonio de Antonio, quien vive con la enfermedad desde hace 15 años. En su relato, contó cómo se derrumbó su vida. No saber qué le ocurría y su falta de adherencia al tratamiento dificultó su salida de esa situación, a la enfermedad se sumó la depresión en la que cayó.

Pasó mucho tiempo hasta que fue consciente de lo que le sucedía, «el papel de ASAPME fue fundamental y hablar de mis sentimientos y de mis emociones fue terapéutico», señala, al tiempo que destaca que fue allí donde «tomé conciencia de lo que realmente tenía«.

A los profesionales sanitarios, Antonio les pidió que den al paciente la información desde el principio, «los médicos no me decían todo para evitar la autoestigmatización, hubiera preferido saber todo…».

El testimonio de Antonio ayudó a romper estereotipos. Él hoy es una persona feliz. «Vivo el presente, sin agobiarme el futuro», afirmó. 

Ha logrado una vida normalizada y forma parte de la Junta Directiva de Asapme. Pide a los ciudadanos que no le pongan etiquetas y remarca la importancia de la integración social, laboral y comunitaria. En este último punto, todavía queda un largo camino por recorrer, ya que aún muchos empresarios creen que las personas con una enfermedad mental pueden causarles problemas.

Antonio finalizó su intervención diciendo a los asistentes que no tengan miedo a las personas con enfermedad mental y que la mejor herramienta para evitar el miedo es la información.