Bienestar emocional

El apoyo social es un elemento protector para el bienestar emocional y la salud en general, algo fundamental durante los momentos tan difíciles que hemos vivido como consecuencia de la pandemia.

Las circunstancias provocadas por la COVID19 han podido cambiar algunos aspectos del apoyo social, como su forma de expresión o incluso quiénes son sus proveedores.  

Apoyo social

El apoyo social se reconoce como uno de los factores de prevención en el desarrollo de enfermedades y ejerce un efecto positivo sobre nuestro estado de salud en general. Sabemos que nos protege frente a la depresión, disminuye el riesgo de comportamientos suicidas y nos ayuda cuando vivimos situaciones estresantes, entre otras muchas ventajas.

Está en nuestro recuerdo más reciente, durante los peores momentos del confinamiento fruto de la COVID-19. En estos días hemos sido muy conscientes de la necesidad colectiva de seguir conectados y formando parte de redes que nos reporten sentimientos de pertenencia y proximidad, aun teniendo distancia física. En cualquier situación vital importante, también en la cotidianidad, la necesidad de compartir con los demás nuestras vivencias y sentimientos, nos ayuda a “ventilarnos” emocionalmente y normaliza lo que sentimos.

Pero ¿de qué hablamos cuando decimos apoyo social? Éste es un concepto multidimensional. Una de las definiciones más completas es la de Lin, Dean y Ensel (1986), quienes describen el apoyo social como “provisiones instrumentales y/o expresivas, reales y percibidas, aportadas por la comunidad, redes sociales y amigos íntimos”. Esto implica recibir ayuda o afecto por parte de los demás. Por otro lado, cobra importancia en el impacto que tiene sobre nuestro bienestar y salud, un componente subjetivo, la percepción que yo tengo sobre el apoyo que recibido. Preguntas como, ¿cuándo tengo penas o alegrías, hay alguien que me ayuda? ¿puedo contar con amigos cuando lo necesito? ¿hay una persona que se interesa por lo que siento? responden a la valoración que tenemos respecto a nuestra red de apoyo.

Apoyo percibido

Sin embargo, no siempre existe una equiparación entre el apoyo que recibo objetivamente y cómo me siento en relación a ese apoyo. Puede resultar útil indicar a nuestro entorno de qué manera me sentiría ayudado, reconocer mis necesidades y saber trasladarlas. En este sentido debo ser consciente de que, pedir lo que necesito en el plano emocional, no necesariamente implica que los demás cubran esas necesidades, pero puedo aproximarme a ellas. Además, es lo que está en mi mano hacer. En ocasiones si no pido ayuda, es posible que, por diferentes motivos, no la reciba. 

Un aspecto que cobra importancia en la percepción subjetiva del apoyo tiene que ver no exclusivamente con lo que digo, sino con cómo lo digo. Si existe incoherencia entre lo que verbalizo y mi forma de estar o de moverme sale ganando, con diferencia, lo no verbal. En este sentido, el uso de la mascarilla como medida de protección también va a imponer cambios en la forma de expresarnos. Se comienza a detectar un mayor énfasis en nuestro lenguaje gestual, haciendo más uso de los movimientos corporales para compensar la pérdida de información que produce el mantener oculta parte de la cara, también de una mayor focalización de la atención en la parte de los ojos, especialmente en las cejas, que nos sirven para identificar las emociones (sorpresa, asco…). Salvando las diferencias, tal y como ocurre cuando la pérdida de una vía sensorial provoca que se agudice otra (un invidente, tiene más desarrollado su sentido del oído), probablemente aprendamos a obtener mucha más información de una mirada.

Cambios tras el confinamiento

¿Se ha transformado durante el periodo de confinamiento y el distanciamiento físico, el apoyo social? Quizás lo que ha cambiado son las formas de manifestarlo, sustituyendo los más corporal (reuniones presenciales, comidas familiares…) por otras formas de relacionarnos. Ha habido un uso masivo de diferentes plataformas de comunicación que han permitido “vernos y oírnos” con diferentes grupos que forman parte de nuestra vida (laboral, familiar, sanitaria…). Cabría plantearnos aquí si supone una desventaja, y, por ende, un factor de riesgo, el no tener acceso a estos medios que han permitido que estemos conectados a la comunidad, a nuestras redes sociales y círculos íntimos.  

Otro punto importante guarda relación con quién nos provee de ese apoyo. Puede ser la comunidad, las redes sociales o los amigos íntimos. Cada una de estas esferas nos proporciona un tipo o sentimiento de ayuda: pertenencia respecto a la comunidad, vinculación en relación a las redes sociales y sentimiento de compromiso cuando hablamos de nuestro círculo íntimo. También existen formas de apoyo formales (profesionales…) e informales (familiares, amigos…).

En ausencia de red íntima, o como complemento a ésta, recuerda que en ASAPME estaremos encantados de brindarte apoyo.

Ana Lozano Cansado, psicóloga de ASAPME

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