La entrada de un nuevo año trae, para muchos, una época de reflexión y planteamiento de nuevos propósitos, objetivos, metas…

Existen propósitos más o menos clásicos como ir al gimnasio, dejar de fumar, adelgazar o ahorrar. La mayoría se pueden agrupar en los relacionados con la salud, el dinero, la imagen, la formación y la mejora de nuestras relaciones y ocio. En definitiva, trabajar para conseguir una mejor versión de nosotros mismos y saber disfrutar más de nuestro tiempo y relaciones.

En muchas ocasiones, el compromiso inicial se diluye de forma rápida sin haber conseguido el propósito o la meta propuesta. Las estadísticas revelan que un porcentaje inferior al 10% cumple con los objetivos marcados y que, un 80%, habrá abandonado su propósito antes del mes de marzo.

¿Cómo mantener la motivación?

¿Cómo mantener la motivación?

¿Cómo mantener la motivación?

Entonces, ¿qué nos puede ayudar a mantener la constancia para conseguir nuestro objetivo?. Es posible que anteriormente ya hubiésemos intentado alcanzar esos propósitos y nos preguntemos ¿por qué fracasamos? o ¿por qué esta vez va a ser diferente?. Plantearnos estas cuestiones nos ayudará a ser más realistas, identificar las dificultades y poder adelantar un “plan de acción” ante ellas. Si el reto es nuevo, anticiparnos a los contratiempos y problemas que pudieran surgirnos nos permitirá cuestionarnos cómo vamos a resolverlos. Plantearnos una meta pensando que en el camino no encontraremos dificultades es poco realista. El logro de un objetivo implica esfuerzo y constancia.

Objetivos realistas

A la hora de planear nuestro propósito debemos ser realistas, objetivos y concretos. Y es que una de las causas principales del incumplimiento de los propósitos está relacionada con la falta de realismo. No debemos marcarnos objetivos inalcanzables que, además, pueden terminar frustrándonos.

No establezcas metas que dependan de otros

Es fundamental que los objetivos dependan de uno mismo. “Tener éxito”, “que mi pareja me dedique más tiempo”, “que mis hijos se porten mejor”… son ejemplos de objetivos que, al menos en su totalidad, no dependen de nosotros. La pregunta ¿qué puedo hacer yo para conseguir…? Puede servirnos de guía.

Gestiona y organiza el tiempo

Establece fecha para el inicio, no procrastines, evita el “mañana empiezo”. Establece objetivos intermedios y fecha prevista de “finalización” cuando sea posible.

Prioriza

Mejor no establecer muchos objetivos al mismo tiempo. Jerarquiza y selecciona, según vayamos alcanzando unos, incorporaremos otros. Ser muy ambiciosos puede conducirnos a no conseguir ninguno. ¿Por cuál empezamos? Por el de mayor urgencia, si la hubiese. Problemas de salud, cuestiones vinculadas a plazos temporales, el que tenga mayor valor personal… Podrían ser algunos de los criterios.

Concreta y cuantifica

Concreta y cuantifica

Concreta y cuantifica

Disponer de datos que nos indiquen cómo de cerca o lejos nos encontramos del propósito final ayuda. Perder peso, ahorrar, mejorar mi relación de pareja, ser mejor madre, tener más tiempo para mí, estudiar más… son objetivos imprecisos. Tenemos que “definir” el objetivo, que sea concreto: qué me haría sentir ser “mejor madre”: ¿dedicar cada día media hora de juego?, ¿tener unos horarios más regulares?, ¿no gritar?, ¿reconocer y decir “las cosas que hacen bien”?… Una vez definido, buscaremos datos que sean cuantificables y medibles; el lunes ¿dediqué media hora a los niños? ¿cenamos a las 20:00? ¿se acostaron a las 21:00?.

Redefine y reajusta

Ve reevaluando si el “plan” previsto para cumplir tu meta te está aproximando a ella. Si no estamos cumpliendo con la meta inicial puedo plantear una opción más realista. Entre el abandono absoluto del objetivo y el fiel cumplimiento existen opciones intermedias. Ante el incumplimiento temporal de la meta debo sentirme “fuerte”; el discurso no debería de ser “si llevo dos semanas sin ir al gimnasio… lo dejo”. Recodar los motivos que nos hicieron plantearnos esa meta nos ayudará: “sentirme más ágil, recuperar la talla habitual, tener una mejor imagen…”. Escribirlos al inicio puede servirnos para revisar “mis motivos” en momentos de debilidad y lograr reanimar la motivación. Un nuevo día supone la oportunidad de seguir trabajando para conseguir lo deseado, no caigas en el derrotismo o te castigues en exceso si incumples en algún momento. Intenta visualizarte con el objetivo cumplido, anticipar la buena sensación y satisfacción que reporta el conseguir las metas ayuda a mantener la constancia.

Compromiso social

El compromiso social puede actuar como “motor”. Comparte tu objetivo con tu entorno más próximo. Saber que alguien es conocedor de nuestra meta aumenta nuestra responsabilidad con la misma.

Por último, es necesario recordar que en algunas ocasiones, por diferentes motivos, puede ser necesario contar con la ayuda de profesionales que nos ayuden a trazar la ruta, nos motiven y orienten hacia la obtención de los mejores resultados.

 

Ana Lozano Cansado

Psicóloga de ASAPME