En esta categoría se incluyen un conjunto de trastornos cuyo síntoma nuclear es la ansiedad, definida como un estado caracterizado por un sentimiento de miedo sin que exista una amenaza externa reconocible que, generalmente, se acompaña de síntomas somáticos causados por una hiperactividad del sistema nervioso autónomo: trastorno de Angustia, trastorno de Ansiedad Generalizada, trastorno Obsesivo-Compulsivo, trastorno por Estrés Postraumático, fobia Específica.

Trastorno de Angustia

Presencia repetida de crisis de angustia que van seguidas de un cierto grado de ansiedad de anticipación y de evitación fóbica.

La persona que padece una crisis de angustia:

  • Experimenta de forma brusca un temor intenso que se acompaña de numerosos síntomas físicos como palpitaciones, sensación de ahogo, mareo o inestabilidad, sudoración, frío, parestesias, temblores y malestar abdominal.
  • Aparece con frecuencia miedo a perder el control y miedo a morir. Otros síntomas que pueden aparecer son las vivencias de desrealización (sensación de que el ambiente es extraño o irreal) y de despersonalización (sentimiento de pérdida de la identidad personal y de ser diferente, extraño o irreal.
  • Algunos pacientes desarrollan miedo a que se produzcan nuevos ataques de pánico, lo que puede progresar hasta que el grado de temor y la hiperactividad autónoma en los intervalos entre crisis alcanzan niveles semejantes a los presentes durante la propia crisis.
  • Otros, asocian la ansiedad anticipatoria a estímulos externos, desarrollando agorafobia. Ésta consiste en temores y conductas de evitación de aquellas situaciones donde el escape es difícil o donde resultaría dificultoso recibir asistencia en caso de que ocurriera una crisis de angustia.
  • La evolución del trastorno de angustia no tratado es muy variable pero, en general, sigue una evolución cíclica, alternándose periodos de exacerbación y de remisión de los síntomas.

Trastorno de Ansiedad Generalizada

La sintomatología básica del trastorno de ansiedad generalizada (TAG) es la ansiedad crónica y difusa, siendo uno de los rasgos más relevantes la preocupación persistente y relacionada con múltiples circunstancias de la vida.

Otro aspecto característico es la presencia de síntomas somáticos relacionados con estados mantenidos de  tensión y vigilancia; así, entre los signos típicos del TAG se encuentran la tensión muscular, la inquietud, la astenia, la dificultad para concentrarse, la irritabilidad y las alteraciones del sueño.

La edad de comienzo más frecuente de este trastorno es entre la segunda y tercera década de la vida y suele adoptar un curso crónico.

Trastorno Obsesivo-compulsivo

La característica esencial del trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) es la presencia de obsesiones y compulsiones.

  • Las obsesiones son procesos mentales recurrentes y persistentes, de naturaleza egodistónica, que se experimentan como intrusivos y que generan ansiedad y malestar. Aunque estos procesos mentales son reconocidos como propios, la persona que los presenta se resiste a ellos.
  • Las compulsiones son conductas manifiestas o encubiertas, repetitivas e intencionales que se efectúan como respuesta a una obsesión. Estos comportamientos incluyen rituales de lavado de manos, comprobación, repetición, evitación y meticulosidad. Aunque a corto plazo, y a pesar de que el paciente reconoce la irracionalidad de los rituales compulsivos, éstos suelen disminuir la ansiedad, a largo plazo aumentan la frecuencia tanto de las obsesiones como de los rituales.

Respecto a la relación funcional entre obsesiones y compulsiones, en la mayoría de los casos la obsesión da lugar a la compulsión; sin embargo, también pueden presentarse de forma independiente (obsesión sin compulsión y compulsión no precedida por obsesión).

El TOC aparece más frecuentemente en la adolescencia o en adultos jóvenes y su curso suele ser insidioso y tendente a la cronicidad.

Trastorno por Estrés Postraumático

Cuadro clínico que aparece en personas que han sido víctimas de catástrofes, accidentes o agresiones que han supuesto una amenaza para la vida de uno mismo o de otras personas, y que han experimentado una reacción emocional que implica una respuesta intensa de miedo, horror o indefensión.

Los síntomas asociados a este trastorno se agrupan en torno a tres aspectos nucleares:

  • Revivir el trauma en forma de recuerdos intrusos y dolorosos, flashbacks, pesadillas y malestar psicológico y reacciones fisiológicas intensas frente a los recuerdos del trauma.
  • Evitación y falta de reactividad psíquica: las personas y situaciones relacionadas con el hecho traumático se evitan de forma sistemática. Se produce también una menor participación en el mundo exterior, con sensación de distanciamiento de los demás y pérdida de interés por las actividades habituales.
  • Hiperactivación autónoma: se manifiesta por síntomas tales como irritabilidad, ira, dificultad para concentrarse, hipervigilancia.

Este cuadro clínico, que puede afectar al 1-2% de la población, presenta una alta comorbilidad con la depresión, el trastorno de ansiedad generalizada, la fobia social y la dependencia de tóxicos. Por otra parte, aunque puede manifestarse tras un accidente o una catástrofe natural, es más frecuente en excombatientes, víctimas de agresiones sexuales y mujeres maltratadas.

Respecto a la evolución, aunque con frecuencia presenta un curso crónico, son factores significativos la existencia de un trastorno psicopatológico previo, la intensidad y gravedad de los estresares y el apoyo psicológico y social recibido tras la experiencia traumática.

Fobia específica

El trastorno fóbico consiste en un miedo persistente e irracional a un objeto, actividad o situación específica que conlleva un deseo irrefrenable de evitar su causa. Tres componentes definen este cuadro clínico:

  • Ansiedad de anticipación ante la posibilidad de tener que enfrentarse al estímulo fóbico.
  • El temor en sí mismo.
  • Las conductas evitativas para minimizar la ansiedad.

Actualmente se consideran tres categorías de fobias:

  • La agorafobia no asociada al trastorno de angustia, caracterizada por el temor de sufrir síntomas incapacitantes en situaciones donde el escape es difícil o donde resultaría dificultoso recibir asistencia.
  • La fobia social.
  • Las fobias específicas.

En las fobias específicas el temor está  restringido a un tipo de estímulo. Con frecuencia, muchas fobias de esta categoría no son clínicamente relevantes y no interfieren en la actividad habitual del sujeto.

El DSM-IV distingue cuatro subtipos de fobias específicas: fobia a animales, al entorno natural (alturas, tormentas, agua…), a la sangre-inyecciones-lesiones y situacionales (aviones, ascensores, lugares cerrados…). Aparece también un apartado que denomina «otro tipo» para aquellas fobias específicas que no se puedan incluir dentro de los subtipos definidos.

Fuentes:

  • American Psychiatric Association (APA).Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales – revisado (DSM-IV-TR). Barcelona, Masson, 2000.
  • Organización Mundial de la Salud (OMS). CIE-10. Clasificación de los Trastornos Mentales y del Comportamiento. Décima Revisión de la Clasificación Internacional de las Enfermedades. Descripciones Clínicas y pautas para el diagnóstico. Ginebra, Panamericana, 1992.
  • Belloch, Amparo; Sandín, Bonifacio; Ramos, Francisco. Manual de Psicopatoogía II,(revisado), McGraw Hill, 1995.
  • Hollander, Eric; Simeon, Daphne.Guía de Trastornos de ansiedad. Elsevier. Madrid, 2004
  • Kaplan, Harold I; Sadock, Benjamin J. Psiquiatría clínica. Waverly Hispánica S.A, .2ª edición, Buenos Aires, 1996
  • Parallada Rodón, Eduard; Fernández Egea, Emilio. Esquizofrenia, del caos mental a la esperanza, Morales i Torres Editores, Barcelona, 2004