El acoso escolar en tiempos de pandemia
En 2020 el mundo se paró por la pandemia. Todos nos vimos afectados de una u otra manera por la complejidad de las circunstancias que nos tocó afrontar, lo cual supuso un gran impacto psicosocial en nuestras vidas, que evidenció lo especialmente vulnerables que somos y la gran necesidad de apoyo (especialmente relacionado con la salud mental) que necesitamos.
En el caso de algunos niños y jóvenes, los meses que duró el confinamiento supusieron un gran alivio y un momento de “desconexión” de su rutina, así como de los problemas, preocupaciones, miedos e inseguridades a los que tenían que enfrentarse a diario, por el simple hecho de tener que acudir a su centro escolar.
Efectivamente, nos estamos refiriendo a menores que habían estado sufriendo bullying durante el curso escolar. El confinamiento se convirtió para ellos en un refugio, atrás quedaron los insultos, los desprecios, las agresiones y las risas que tenían que soportar continuamente.
¿Cómo ha evolucionado la situación para estos niños?
Los menores que sufren acoso escolar, cargan consigo un gran peso y una serie de consecuencias psicológicas muy negativas (Baja autoestima, dificultades para socializar, depresión, ansiedad…), que a día de hoy siguen latentes en estos niños en los que su situación de acoso solamente constituyó una “pausa” como consecuencia de la pandemia de Covid-19.
El miedo a retomar las clases supuso volver a reconectar con todas estas emociones negativas y hacer frente a una situación extraña y diferente ya de por sí, con el añadido de reencontrarse con sus agresores nuevamente.
Si bien es cierto, en algunos casos, como por ejemplo durante la etapa escolar correspondiente a la ESO, al desaparecer parte de la presencialidad de las clases ha continuado intensificándose el Ciberbullying en este colectivo de edad, manifestado a través de acciones como ignorar sus comentarios y dejarle “en visto”, la exclusión o bloqueo de ciertos grupos de WhastApp, así como la creación de grupos alternativos dedicados exclusivamente con el objetivo de reírse o burlarse de él o ella y la creación de memes o imágenes ridiculizando a estos jóvenes.
Problemas y retos
La vuelta a la “normalidad”, la creación de grupos burbuja, los periodos de cuarentena y el mayor acceso a las tecnologías han supuesto una enorme transformación no solo en la manera de impartir las clases sino también en la forma de comunicarse y relacionarse entre compañeros.
Los centros escolares han tenido que realizar un gran esfuerzo para adaptarse a esta situación, y las plataformas digitales como método y recurso educativo han cobrado mayor fuerza que nunca. No obstante, con el incremente en el uso de las TIC en las aulas, se ha intensificado la probabilidad de una mayor existencia de casos de ciberacoso a edades más tempranas.
Ya no solo se trata de adolescentes, sino de preadolescentes que no solo tienen que convivir en su grupo burbuja con su agresor de manera forzosa, sino que además podemos correr el riesgo de aislar más aún a estos menores que sufren acoso en un grupo donde sienten que no tienen ningún apoyo, y asimismo, todo ello entorpecido por la complejidad que añade la COVID-19 en el establecimiento de contactos y relaciones sociales interpersonales de calidad.
Por ello, el acoso escolar sigue siendo un reto en el que tenemos que continuar trabajando, y no podemos permitirnos el lujo de anteponer la salud física a la salud mental de los más pequeños, ambas tienen que ir de la mano y darles el valor y la importancia que se merecen.
Así que recordemos, que es nuestra responsabilidad ayudar y apoyar a todos esos niños y jóvenes que día a día tienen que enfrentarse a una realidad que puede llegar a consumirles, porque la violencia escolar PUEDE y DEBE prevenirse.
Pilar Cutando
Psicóloga de ASAPME, especialista en población infanto-juvenil