Al comienzo de la pandemia, el miedo por nuestra salud y la de nuestros seres queridos era el sentimiento predominante. Sabíamos que en el medio rural el virus no estaba tan extendido como en el mundo urbano, pero sentimos el temor al contagio cuando vimos a todos los que venían de las ciudades, huyendo de lo que estaban viviendo. Al verlo, enseguida pensamos en las posibles consecuencias que ciertas conductas negligentes podrían provocar entre la población “sana” de nuestros pueblos.

El medio rural tiene ciertas características que complican aún más las condiciones de confinamiento. Uno de esos elementos diferenciales es que tenemos una población envejecida y aislada. La soledad de nuestros mayores aumenta su vulnerabilidad y nos obliga a tener con ellos un cuidado especial.

Alto GallegoDel mismo modo, hay dificultades y deficiencias en nuestro entorno que en estos momentos se hacen más salientes y evidencian la desigualdad con las grandes localidades o ciudades, como es el peor funcionamiento de las telecomunicaciones, así como la lejanía de servicios de primera necesidad.

Para quien está acostumbrado a vivir conectado, seguro que le resulta difícil comprender cómo es pasar el confinamiento sin internet o con una señal telefónica que se corta frecuentemente. Por no hablar de ausencia de tiendas para comprar o de farmacias en las que adquirir los medicamentos. Carencias que se convierten en esenciales en estos momentos.

Red social de apoyo

Pero no todo es negativo. También es cierto que la red social es mucho más tupida. Las relaciones son más cercanas y estrechas, lo que a su vez permite recibir la ayuda necesaria y que se palpe la solidaridad y cooperación entre todos.

Cuando hablamos de la salud mental en el ámbito rural surgen sentimientos y emociones encontradas. Días mejores, días peores. Conforme los días pasan, la incertidumbre, la apatía y el abandono personal comienzan a llegar.

WhatsApp Image 2020-04-24 at 11.39.08Así expresa algunos de los usuarios sus emociones durante el confinamiento: «Hay días en los que pienso no sirvo para nada, ya que en el día a día no me siento útil, no puedo continuar con mi rutina habitual, con las actividades, echo de menos las relaciones con los compañeros y hablar personalmente con los conocidos. Esto me produce una inmensa tristeza “. «Los días ya pesan, comienzo a sentir el cansancio de esperar y esperar y el dolor de tener las alas cortadas”, «la angustia se me apodera en algunos momentos y tengo pensamientos en los que me puede el miedo “.

A medida que la pandemia se prolonga en el tiempo, estas emociones negativas son cada vez más difíciles de manejar. Para todos es complicado habituarse a un cambio de vida tan radical, pero para algunas personas con enfermedad mental esta situación se está convirtiendo en insoportable.

Mantener y ampliar los servicios

Desde el punto de vista de la salud mental, conforme pasan los días las llamadas de urgencia, desolación y desesperación aumentan. En muchos casos, la situación de confinamiento y el temor al virus están provocando el agravamiento de la sintomatología.

Por ello, es esencial mantener los servicios de contacto telefónico de los pacientes con sus psiquiatras, psicólogos, trabajadores sociales, terapeutas o profesionales de referencia. Continuar ahí, al otro lado del teléfono, puede ser el salvavidas que necesitan para superar esta situación.

Pero no queremos quedarnos ahí. Las nuevas tecnologías nos ofrecen oportunidades para mitigar esta situación de desamparo en el mundo rural y permiten ofrecer actividades telemáticas que proporcionen la ansiada estabilidad diaria que muchos usuarios precisan. Desde ASAPME hemos podido comprobar como a través de la puesta en marcha de un programa telemático, envío de diversas actividades diarias y con el soporte telefónico, además de ayudar a algunos de nuestros usuarios, se aporta un respiro familiar clave que hace más llevaderos estos días.

Adriana Cano. Trabajadora social de ASAPME